viernes, 1 de mayo de 2020
domingo, 17 de febrero de 2019
Low-Carb Diet y Diabetes
No es nada nuevo. Las dietas bajas en hidratos de carbono se utilizaron
como casi único tratamiento de la diabetes hasta 1921. En esa época, la
diabetes tipo 1 suponía la muerte de la persona afectada en un periodo de pocos
meses. Para controlar la hiperglucemia se prescribían dietas ricas en grasa y
proteína, con el mínimo aporte posible de hidratos de carbono. En la imagen aparece
un ejemplo de una pauta utilizada en 1919.
Fuente: Total
dietary
regulation
in the
treatment
of diabetes by
F. Allen, et al., NY, 1919
La falta de insulina obligaba a este tipo de alimentación, con el único
objetivo de alargar (por desgracia solo ligeramente) la esperanza de vida de las personas con
diabetes. No obstante, el resultado tampoco era demasiado espectacular.
Incluso, las pautas eran mucho más estrictas que la reducción de hidratos de carbono... El 13 de febrero de 1916 The
New York Times publicaba la noticia de un nuevo tratamiento para la diabetes.
¿Imagináis que publicaban el descubrimiento de un nuevo fármaco o similar a la insulina? Pues no. Se trataba de
la pauta creada por los doctores Alan y Joslin (si, el del clínica Joslin)
basada en el ayuno como tratamiento de la diabetes. Si, habéis leído bien, el
ayuno. Es gracioso como muchos creen que están inventado la dietética o la
dietoterapia y esto ya se hacía hace más de 100 años.
El uso de la insulina en los años 20 del siglo pasado abrió la puerta a la
entrada masiva de los hidratos de carbono en la vida de las personas con diabetes. Las
pautas de insulinización con insulinas de acción lenta y rápida permitieron
incluir hidratos de carbono de forma fácil, intentando imitar el funcionamiento
del páncreas de la persona sin diabetes. Tanto fue así que en los años 80 y 90 se llegaba a recomendar que los
hidratos de carbono deberían constituir más del 55-60% del aporte energético
diario.
Se trataba por aquel entonces de intentar liberalizar la alimentación de las personas con
diabetes tipo 1. Contar hidratos de carbono e inyectar insulina rápida en
función de esos hidratos de carbono permitía comer lo que la persona decide en
cada momento. La aparición de bombas de insulina, análogos e insulina rápida y
posteriormente, sensores de glucosa, ayudaron a que esta manera de tratar la
diabetes se realizara con todas las garantías.
Pero en los últimos años, han empezado a aparecer estudios que cuestionan que los hidratos de carbono deban tener tanto protagonismo en la alimentación, en personas con o sin diabetes. Incluso, uno de los organismos de
referencia, la American Diabetes Association (ADA) empezó a incluir en sus
recomendaciones las dietas bajas en hidratos de carbono como una posible pauta
de alimentación.
Y en estas estábamos cuando el pasado mes de mayo, apareció una publicación
en la revista Pediatrics con un estudio sobre dieta baja en hidratos de carbono
en el tratamiento de la diabetes tipo 1.
El estudio tuvo una gran repercusión mediática y, de nuevo, The New York
Times recogía esta noticia. Algo más de 100 años después habíamos vuelto a la
casilla de salida, volviendo a tratar la diabetes tipo 1 con una dieta baja en
hidratos de carbono.
Fuente: The New York Times
En el estudio publicado en Pediatrics http://pediatrics.aappublications.org/content/141/6/e20173349 se publicó que aquellos niños y
adultos que seguían una dieta muy baja en hidratos de carbono mantenían un
espectacular buen control glucémico, con una hemoglobina glucosilada de 5,7% y disminuyendo
notablemente la frecuencia de hipoglucemias. Casi casi milagroso…
Pero antes de explicar el estudio, un apunte: ¿Qué es una dieta baja o muy
baja en hidratos de carbono?
La definición de dieta baja en hidratos de carbono no está todavía bien
establecida, pues existen diferentes niveles de reducción. Incluso se denomina
dieta muy baja en hidratos de
carbono, como aquella que aporta menos de 60-70g diarios de hidratos de
carbono. ¿Os suena aquello de dieta cetogénica? Pues son estas. Al reducir los
hidratos de carbono el organismo utiliza más grasas para obtener energía y de
ellas se producen los cuerpos cetónicos.
Pues bien, en el estudio publicado el mayo pasado en Pediatrics utilizaban
una dieta muy baja en hidratos de carbono, con solamente 30g diarios. Para conseguirlo
la alimentación se basaba en alimentos ricos en proteínas y grasas, excluyendo
harinas, frutas y algunas verduras de mayor contenido en hidratos de carbono.
Estos espectaculares resultados fueron intensamente criticados (¿no podía
ser tan bueno como para ser verdad?). En realidad, el estudio era el resultado
de una encuesta online a partir de un grupo de Facebook llamado TypeOneGrit.
Esta es una comunidad de seguidores de dieta low-carb, con o sin diabetes. ¿Cuál
es el problema principal? Pues que no se trata de un estudio bien diseñado pues
no es representativo de todas las personas con diabetes pues se entiende, que
las personas que siguen en ese grupo son aquellas que la dieta baja en hidratos
de carbono les ha funcionado correctamente. Por tanto, no tendríamos información
de aquellas que la han dejado de seguir o a los que no les ha funcionado.
Un ejemplo un poco tonto: imaginad que preguntamos sobre cuál es el mejor
partido político solamente a los afiliados de ese mismo partido. ¿Será
representativo? ¿Qué pasa con el resto de votantes?
Para obtener más información, buscamos las publicaciones científicas que
han evaluado este tema. Cabe advertir que, todavía, no hay demasiada
información. Existen estudios que analizan este tema, pero todavía no son
suficientes para establecer una respuesta clara. Recordad, el que un estudio
afirme que haciendo A pasa B no es suficiente para poder asegurarlo.
A finales de 2018 apareció una publicación https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/30362180 de uno de los mejores grupos de
expertos en alimentación y diabetes tipo 1.
En este artículo se revisan todos los artículos publicados sobre el tema. En
esta revisión se reconoce que la dieta baja en hidratos de carbono tiene
efectos beneficiosos sobre el control glucémico, pero son necesarios más
estudios para poder asegurarlo definitivamente.
Esto no quiere decir ni que si ni
que no, sino que todavía es pronto para dar una respuesta. Faltan más estudios
que ayuden a saber más sobre el tema.
En primer lugar, se abordan algunos de los efectos adversos que se han
asociado a este tipo de pauta alimentaria en personas con diabetes tipo 1:
- Reducción del ritmo de crecimiento.
- Alteraciones de los lípidos en sangre
Aumento del riesgo de hipoglucemias y de cetoacidosis.
Aumento del riesgo de hipoglucemias y de cetoacidosis.
- Déficit del aporte de micronutrientes.
- Falta de seguimiento de la dieta.
Uno de los problemas más importantes es la alteración del ritmo de crecimiento. La explicación seria que una dieta
muy baja en hidratos de carbono, al aportar más grasas y proteínas, puede ser
más saciante y finalmente dar lugar a una menor ingesta energética total. El
problema no estaría en el menor aporte de hidratos de carbono sino en un aporte
menor de energía de la necesaria para un correcto crecimiento y desarrollo corporal.
Además, cabe recordar que las guías de la sociedad de diabetes en niños y
adolescentes (ISPAD) recomiendan un mínimo del 45% de la energía en forma de
hidratos de carbono y advierten sobre evitar una alimentación demasiado
restrictiva en hidratos de carbono.
Por otro lado, algunos estudios han encontrado alteraciones en el perfil lipídico y en el aporte de
algunos micronutrientes como calcio
o hierro, así como un exceso del aporte de ácidos grasos saturados.
Por todo ello, parece imprescindible
que este tipo de estrategias alimentarias se realicen siempre con la ayuda y
supervisión de profesionales sanitarios y no a partir de los simples
consejos de un libro, blog o página de Facebook.
Las hipoglucemias son una de las complicaciones de la diabetes que más
preocupan. A pesar de que se asocia el seguimiento de dietas bajas en hidratos
de carbono con un aumento de la frecuencia de hipoglucemias, la realidad parece
ser diferente. En los pocos estudios publicados, no existe un aumento de la
frecuencia de hipoglucemias. Por otro lado, no se han reportado casos de cetoacidosis con este tipo de pautas alimentarias, si bien, estos datos deben ser revisados en el futuro, con más estudios sobre el tema.
Finalmente, uno de los principales problemas asociados a una dieta baja en
hidratos de carbono es la falta de
seguimiento de la dieta propuesta. En estudios realizados a largo plazo,
hasta un 50% de los sujetos estudiados no seguían las pautas prescritas.
Con todo, las conclusiones actuales sobre dieta baja en hidratos de carbono
y diabetes tipo 1 serían:
- No
existe una definición clara de dieta baja en hidratos de carbono.
- Algunos
estudios muestran reducciones de HbA1c espectaculares, incluso reduciendo la
frecuencia de hipoglucemias y aumentando el tiempo en rango.
- Aún
falta de evidencia sobre eficacia y seguridad, especialmente en el caso de
niños, pues algunos estudios han relacionado la dieta baja en hidratos de
carbono con reducción de la velocidad de crecimiento, y también con alteración
de los niveles de lípidos en sangre.
- La
adherencia a la dieta baja en hidratos de carbono es compleja. Es necesario
personas o familias muy motivadas para poder mantenerla a largo plazo.
En conclusión, a falta de más estudios sobre el tema, parece que las dietas bajas en hidratos de carbono pueden ser una alternativa razonable para mejorar el control glucémico de las personas con diabetes tipo 1. No obstante, falta dar respuesta a algunas de las preguntas que aparecen en cuanto a su seguridad y eficacia.
En cualquier caso, su uso debería realizarse siempre con un buen apoyo de profesionales que ayuden al diseño y adaptación de la pauta dietética a las necesidades de cada persona.
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